Esguinces

Las articulaciones son estructuras complejas diseñadas para facilitar la movilidad de las distintas partes del cuerpo y soportar el peso. Están formadas por hueso, músculos, membrana sinovial, cartílago y ligamentos.

Cuando hablamos de un esguince, hacemos referencia a la lesión de uno o más ligamentos, cuya función principal es la estabilización de las articulaciones.

  • Los esguinces se producen cuando una articulación realiza un movimiento más amplio de lo normal, forzando uno o varios ligamentos hasta que resultan dañados.

Puesto que un esguince es una lesión de ligamentos, se puede producir en casi todas las articulaciones.

  • El esguince de tobillo es el más frecuente, que además presenta una tendencia a cronificarse y repetirse a lo largo del tiempo.
  • El movimiento más frecuente (hasta en un 85% de los casos) que causa el esguince es una inversión forzada del pie, que afecta al ligamento lateral externo.
  • El pico de incidencia de los esguinces se encuentra en los 15-35 años.

La mayor parte de los esguinces se producen a causa de caídas, contorsiones, golpes o la práctica de deporte.

En definitiva, los esguinces son las lesiones más frecuentes de la urgencia traumatológica y las lesiones deportivas más prevalentes.

Clínica de los esguinces

Los signos y síntomas habituales de los esguinces incluyen:

  • Dolor
  • Hinchazón
  • Hematoma
  • Pérdida funcional de la articulación

La intensidad con que se manifiestan estos síntomas depende de la gravedad del esguince.

De manera general, el dolor producido por el esguince pasa por tres fases: en el primer momento es intenso, en una segunda fase disminuye o puede desaparecer y en la última fase el dolor reaparece intensamente y causa impotencia funcional de la articulación afectada.

Clasificación de los esguinces

Atendiendo a la gravedad de la lesión y las implicaciones que suponga, generalmente clasificamos los esguinces en tres grados.

Grado I

Estiramiento excesivo o una ligera rotura del ligamento (menos del 5% de las fibras ligamentosas).
Este tipo de esguinces van acompañados de dolor. Puede aparecer un ligero hematoma.
La persona afectada es capaz de apoyarse sobre la articulación afectada.

Grado II

Resulta en el desgarro parcial del ligamento.
Los síntomas característicos son dolor, hinchazón e inestabilidad articular leve.
La persona con este tipo de esguince suele tener cierta dificultad para apoyarse sobre la articulación afectada. Por ejemplo, en el caso de un esguince de tobillo, el paciente camina en posición antiálgica (de puntillas).

Grado III

Desgarro o rotura completa del ligamento.
El dolor, la inflamación y el hematoma suelen ser evidentes. En determinadas ocasiones, puede no existir dolor debido a la rotura de las terminaciones nerviosas.
El paciente es incapaz de apoyarse sobre la articulación afectada.

¿Cómo ayudar a la recuperación y prevención de esguinces?

En caso de sufrir un esguince, los tratamientos indicados serán aquellos recomendados por un profesional sanitario para disminuir la inflamación y el dolor.
Para ayudar en este objetivo, una de las medidas de primeros auxilios más extendidas es la denominada terapia R.I.C.E., denominada así por sus siglas en inglés:

En alguna ocasión, pese a seguir correctamente el tratamiento pautado, puede ser necesaria una reevaluación por parte de un médico. Esto resulta recomendable en caso de que el dolor vaya en aumento, empeore la hinchazón o se mantenga la dificultad para caminar en caso de que el esguince sea de tobillo.

Reposo

+ Hielo (sesiones cortas de unos 20 min cada 2-3 h salvo durante el sueño)

+ Compresión (vendaje de la articulación)

+ Elevación de la zona afectada

Por último, no hay que olvidar otra serie de medidas y consejos que ayudan a prevenir la aparición de esguinces o su repetición:

  • Seguir una dieta sana y equilibrada y realizar ejercicio adecuado para fortalecer la musculatura.
  • Utilizar medidas de seguridad para evitar caídas como, por ejemplo, asistirse de la barandilla al bajar escaleras.
  • Llevar el calzado adecuado, que se ajuste bien al tobillo.
  • Practicar ejercicios de estiramiento diariamente.
  • Realizar deportes adaptados a la condición física de cada uno.
  • Realizar siempre un calentamiento progresivo y adecuado antes de la actividad física.
  • Evitar hacer ejercicio cuando se esté cansado o se sienta dolor.
  • Adoptar posturas correctas tanto en el trabajo como en casa.
  • No llevar pesos excesivos y, cuando sea necesario, hacerlo correctamente.